La Semana Mundial del Espacio 2025 ha girado en torno al tema “Vivir en el Espacio”, una invitación a imaginar cómo la humanidad podrá algún día habitar más allá de la Tierra de forma sostenible. En esa misma línea, el proyecto HOBI-WAN de la Agencia Espacial Europea se perfila como un paso tangible hacia ese futuro: una iniciativa pionera que busca producir alimentos en el espacio utilizando bacterias que transforman gases en proteínas, marcando el camino hacia una vida autosuficiente en la Luna, Marte… o donde nos lleve la exploración humana.

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha dado un paso más hacia la autosuficiencia alimentaria en el espacio con el inicio de la fase de estudio del proyecto piloto HOBI-WAN (Hydrogen Oxidizing Bacteria in Weightlessness As Nutrition). Su objetivo es tan ambicioso como necesario: descubrir cómo los astronautas podrán producir su propio alimento en misiones de larga duración a la Luna o Marte sin depender del reabastecimiento desde la Tierra.

Financiado dentro del programa Terrae Novae de la ESA, HOBI-WAN busca validar una tecnología biológica capaz de generar proteínas en microgravedad mediante bacterias que “se alimentan” de hidrógeno. El proyecto está liderado por la empresa alemana OHB System AG junto con la finlandesa Solar Foods, creadora de Solein, un polvo proteico cultivado a partir de bacterias que transforman gases como el CO₂ y el hidrógeno en biomasa rica en nutrientes.

El reto no es menor: adaptar en formato compacto y seguro un proceso de fermentación de gas para operar en el entorno de la Estación Espacial Internacional (ISS). Allí, un pequeño biorreactor alimentará las bacterias con hidrógeno, oxígeno y CO₂, simulando un ciclo cerrado de reciclaje de recursos. En lugar del amoníaco usado en la Tierra, se empleará urea, aprovechando al máximo los residuos generados a bordo.

Según Angelique Van Ombergen, científica jefe de exploración de la ESA, este proyecto “representa un paso decisivo hacia la autonomía y resiliencia de los vuelos espaciales tripulados”. Desde OHB, su director de proyecto, Jürgen Kempf, destaca que los resultados podrían tener también aplicaciones en la Tierra, ayudando a afrontar problemas globales como la escasez de recursos o la seguridad alimentaria.

Durante la primera fase, de ocho meses, se desarrollará un modelo terrestre de la tecnología, antes de fabricar el equipo que viajará al espacio para realizar los experimentos reales. Si el proceso funciona, el futuro de la alimentación espacial podría cambiar para siempre.

Europa, con su programa Terrae Novae y proyectos como HOBI-WAN, demuestra que explorar el espacio no solo es cuestión de viajar más lejos, sino de aprender a vivir en él.

 

Foto: Fuente: ESA